lunes, 3 de diciembre de 2007

Barrial

Biblioteca popular:
AEROPUERTO AUTOGESTIONADO

Es terreno anarquista. Colectivo. Cuando está abierto, la llamativa fachada atrae a los transeúntes, que suelen detenerse a mirar un par de libros. Los vecinos saben de la política del lugar y valoran el espacio. Hasta el carabinero del plan cuadrante –que vive en el barrio- ha llevado a su hijo a jugar a la biblioteca. Trabajo concreto, dedicado y autogestionado que elimina el prejuicio y hace la revolución.

La biblioteca popular Aeropuerto está ubicada en la calle del mismo nombre, en la población Robert Kennedy, en Estación Central. Sin embargo, el sector suele ser considerado parte de la emblemática Villa Francia y sus difusos límites, a raíz de su cercanía. Quienes conocen el lugar se apresuran a hacer las correcciones pertinentes.

La biblioteca es un espacio pequeño. Una casa, como las demás. Un barrio en el que los inmuebles comparten el número en pequeños grupos y se diferencias entre ellos por letras. En este caso, las 3 casas pareadas que comparten el número de la biblioteca debiesen estar diferenciadas y ordenadas en A, B y C, de norte a sur. Aeropuerto es la casa del sur, y por tanto, le corresponde la tercera letra. Pero los dueños de las 3 casas hicieron un pequeño cambalache y la biblioteca se quedó con la letra A. Una “A” que reluce dentro de un círculo al centro de la fachada de la casa, en medio de un colorido mural.

La iniciativa de este proyecto surgió de la organización política Corriente Revolución Anarquista (CRA) y el lugar donde se instaló era la antigua vivienda de dos de sus militantes, quienes cedieron el sitio. No obstante, CRA y la biblioteca Aeropuerto funcionan de manera independiente, aunque sean los primeros los que organizan este espacio. Su funcionamiento data desde mediados del año 2005. Hoy la biblioteca abre martes y jueves de 19 a 21 horas y los sábados de 15 a 19.

La idea de una biblioteca popular surgió como necesidad de implementar el trabajo autogestionado desde y con el barrio, y de paso contribuir en el acercamiento y apropiación de los espacios culturales por parte de la comunidad, sobre todo en esta población en la que dichas instancias son particularmente escasas. Se trata de un área cotidiana donde los niños de los pasajes y calles aledañas llegan a jugar y donde cualquiera puede acercarse libremente a las estanterías a hojear los distintos libros.


La concepción del espacio cotidiano es lo que más caracteriza este lugar al intentar alguna comparación entre Aeropuerto y las diversas bibliotecas públicas de la ciudad de Santiago. “Es un espacio forjado con cariño, acá nadie viene a trabajar por la plata a fin de mes ni por cumplir con disponer cultura supuestamente abierta a la gente, como sucede en las bibliotecas estatales”, relata Raúl Ortega, anarquista, sociólogo y militante de CRA.


Si bien el stock de libros manejado no supera los 2 mil ejemplares, puesto que la recopilación de los volúmenes se hace principalmente a partir de aportes voluntarios, la biblioteca Aeropuerto presenta otra clase de beneficios. En este lugar el consultar un libro, la acción de visitar la biblioteca, dejan de ser situaciones burocratizadas, elitistas o esporádicas. Se convierten en un espacio diario de dispersión, interacción barrial y acercamiento a recursos que en otras circunstancias resultarían mucho más lejanas para los vecinos.


“Con autogestión se hace la revolución”. Estas fueron las palabras de Raúl frente a la pregunta de la importancia de espacios como Aeropuerto. Para CRA, esta forma de organización favorece el avance hacia una sociedad libre e igualitaria en oportunidades para todos sus individuos. La construcción de esta sociedad nueva, posterior al alzamiento de los explotados, sin un Estado regulador ni vanguardias, ni jerarquías de ninguna clase, tendrá como uno de sus pilares fundamentales la autogestión.


Levantar pequeños espacios como esta biblioteca permite que métodos cotidianos de relaciones sociales que realizan un cuestionamiento radical al sistema capitalista sean experimentados por el común de las personas.


La biblioteca cuenta con libros de diversas temáticas, entre ellas novelas, textos escolares, cuentos, filosofía, historia y política, lo que por su puesto, incluye teoría anarquista. Sin embargo, a pesar de lo que se podría pensar, esta sección es mínima a raíz de lo difícil que es conseguir literatura impresa de este tipo.


Los libros más pedidos son los obligatorios que les piden a los niños en el colegio. Cada libro se presta durante una semana, previa inscripción en la biblioteca. No se realizan cobros de ningún tipo y, como cuenta Ortega, “a veces cuesta un poco que devuelvan los libros, pero generalmente, aunque con algo de retraso, los libros vuelven a la biblioteca”.

En Aeropuerto no han querido incluir sólo dos clases de libros. Los religiosos y los de doctrina marxista. “No prohibimos a nadie su lectura, pero en este lugar no encontrarán nada de eso”. Los libros marxistas se guardan en la parte trasera del inmueble. Sin embargo, hay textos que han sufrido peor suerte. “Cuando nos regalaron una colección de Punto Final la utilizamos para prender fuego en la parrilla. El resto, en máscaras para los niños que vienen a la biblioteca”, dice Raúl al respecto.

En la biblioteca también se realizan otras actividades de índole cultural, paralelas al funcionamiento de la biblioteca. Una de las más importantes es la exposición esporádica de películas, tanto de cine social como de otras categorías. Especial atención reciben las niñas y niños en esta rama, por ser ellos los principales ocupantes de Aeropuerto. Es numeroso el cine de dibujos animados presentado en el lugar. También se realizan funciones con películas recién estrenadas. Todo gratuitamente.


El financiamiento de todas estas actividades encuentra asidero en la organización de talleres, fiestas y completadas que permitan mantener el funcionamiento de la biblioteca. No obstante, la precaria situación del lugar ha llevado a la necesidad de pensar en implementar más actividades como éstas, pero con un carácter más regular y sistematizado. Así, un aumento en los ingresos permitiría ampliar la variedad de la biblioteca o instalar computadores.


El lugar se encuentra abierto a toda la comunidad y, de hecho, es utilizado por algunos colectivos cercanos para realizar sus reuniones. Gente del barrio también puede integrarse al funcionamiento de la biblioteca. Lo interesante es que la gente, cuando se suma, se suma a toda la dinámica de este espacio. También a CRA.


“El espacio no es excluyente. Pero cuando conocen las formas de trabajo y lo que planteamos como organización, suelen involucrarse en todo. No es un espacio de captación de militantes, pues nadie intenta convencerlos de nada. Pero el vivir las experiencias de lo que sostenemos en lo cotidiano los hace interesarse”, narra Raúl Ortega.


A nivel de impacto social, se torna difícil medir influencias en un periodo tan acotado de tiempo. Sin embargo, existe un hecho interesante de tener en cuenta. Una anécdota relatada por Raúl: “Cuando Ingrid –su compañera- y yo vivíamos acá, en la esquina del pasaje había microtráfico. Desde que está la biblioteca no pasa nada. Y no porque alguien les haya dicho algo, sino que porque ellos mismos cacharon que no era un lugar apropiado. Y se fueron”.

(Por Rocío Silva)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Rocío:
¿eres hija de Sandra Moreno González, que trabaja en la municipalidad de Pudahuel, verdad? Es que parece que te conozco...

Anónimo dijo...

Bastante sectario su visión de biblioteca. Aparte eso de quemar y censurar libros era una práctica que me recuerda los negros años de la dictadura militar.

José Fernandez
Bibliotecario Documentalista

Anónimo dijo...

si seguro, weones turbios y sin asco, se desumanizaron desde que partieron en el kuac, unanse al pc mejor y muestrense como son: fascistas de izquierda. Se cagaron al movimiento libertario le iria bien en la ani pajarones

Anónimo dijo...

y el pelao con lente es el mas cerdo, pajaro turbio y trabaja con fondos del estado el sapo que se cubre la cara en la calles