lunes, 3 de diciembre de 2007

Reportaje

SANTIAGO: UNA CIUDAD PLAGADA DE PERSONAS, VEHÍCULOS Y ANTENAS.






El comercio de la telefonía celular crece tan rápido como las antenas que le proporcionan la señal.
Instaladas y , en algunos casos, disfrazadas, en buena parte del Gran Santiago, lan antenas han pasado a ser tema de conflicto, discusión y base para un proyecto de ley que pretende regular su polémica presencia.



El universo de la telefonía celular sigue en crecimiento. En los últimos meses, ha alcanzado la no despreciable cifra de 14 millones de usuarios y tal incremento ha demandado un aumento en uno de los instrumentos que proporcionan el servicio: las antenas.

Si bien no hay estudios que comprueben daños a largo plazo producidos por estos aparatos, el miedo a que la exposición a radiaciones provoque algún tipo de enfermedad o malformación, sumada a la pérdida de plusvalía que han sufrido los lugares donde ya han sido instaladas, se ha apoderado de la ciudadanía, que ha rechazado –cada vez que ha podido- instalaciones cercanas a los lugares donde estudia, vive, o recibe servicios.

En esta línea, la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel) elaboró un proyecto de ley que pretende regular la instalación de antenas en zonas urbanas, que ya ha sido presentado en la Cámara Baja.


Desde 2004 se han presentado al respecto más de doce mociones en el Parlamento, tanto de parlamentarios de oposición como de gobierno, las que fueron recopiladas, y algunas tomadas en cuenta en la elaboración del proyecto, que se sepera sea aprobado en el corto plazo. Cristián Monckeberg, diputado y miembro de la Comisión de Obras Públicas, Transportes y Telecomunicaciones, manifestó que era un buen proyecto, aunque mejorable.

Según Pablo Cereceda, encargado de prensa de la Subtel, el proyecto “aborda el asunto desde dos perspectivas: una, sobre el impacto urbanístico que pueden generar estas construcciones, entregándole mayor tutela a los municipios, permitiéndoles autorizar o no la instalación, eso sí, de acuerdo a criterios técnicos y resguardándolo de la burocracia municipal, es decir, si no se pronuncia dentro del plazo, se da por aprobada la instalación. La otra, es la obligatoriedad a las compañías móviles a compartir infraestructura, o sea, que en un mismo sector se ocupe sólo una torre (pues lo que en realidad genera impacto en la población son las torres, que son soportes de antenas) donde se instalen las antenas de todas las compañías. Técnicamente es muy fácil de hacer, es solo un asunto de voluntad de las compañías”.

Otro de los aspectos del proyecto, tal como afirmó Cereceda, es la facultad para declarar zonas saturadas, es decir, impedir que se sigan construyendo antenas donde ya hay suficientes, y la promoción para que “se generen medidas paliativas o alternativas del uso paisajístico -por alguna razón, siempre se ha visto con malos ojos que en vez de construir una torre se ponga una palmera, y lo toman como si se estuviera escondiendo la antena-; Por ejemplo, en Estados Unidos y Europa es obligatorio que los soportes de antenas sean estéticamente paisajísticos, llámese palmeras, esculturas, etcétera”.


LA RUTA DE LAS ANTENAS

Las torres de antenas ya forman parte del paisaje de la gran mayoría de las zonas bajas de Santiago. Si llegara a aprobarse el proyecto de la Subtel, poco a poco comenzarían a disminuir el número de torres, y quizá se iría descongestionando la ciudad.


Las torres de antenas de celulares parecen tan comunes como los semáforos y las veredas. Avenida Grecia esquina Tobalaba alberga dos juntas. En la Población La Pincoya abundan como los postes de luz. En el tramo de Avenida Macul, Departamental y Santa Rosa, hay al menos 18 torres. Es a este último lugar donde nos dirigimos en búsqueda del Colegio Miguel Ángel y del Centro de diálisis San Gabriel, ambos en la comuna de La Pintana.



El colegio Miguel Ángel está en remodelación. Desde el año pasado que se construye la estructura que permitirá la Jornada Escolar Completa. Desde hace ocho años que una torre forma parte del paisaje de este establecimiento Particular subvencionado.
Es ahí donde nos atiende María Ahumada, Jefa de UTP del establecimiento, quien manifesta que el contrato se había hecho para dar solución a las necesidades del colegio. “El director hizo los contactos, y surgió esta posibilidad de traer dinero para los niños. De esa perspectiva lo vio el director. Ése era el objetivo”.


Apenas vieron instalada la antena, los apoderados, comenta “estuvieron muy angustiados, con bastantes inquietudes, así que hablaron con el director; pero más tarde, y cómo no hay exactitud si es malo o es bueno, se acostumbraron. Aparte, como está (…) aislado del colegio mismo, no hay ninguna relación, y los niños no tienen ninguna posibilidad de entrar ahí”.



Una cuadra y dos antenas son las que separan el Colegio Miguel Ángel con el Centro de Diálisis San Gabriel. Su área protegida –según señala el cartel- fue vulnerada hace cuatro años. Y nadie hizo nada, salvo algunos familiares de pacientes, quienes luego de ver en vano sus intentos, optaron por buscar otro centro. Según el funcionario Javier Cajas, el terreno de aledaño, donde se encuentra la antena, rara vez es visitado por el dueño o la compañía que la instaló.

“ESTA PALMERA APARECIÓ DE LA NOCHE A LA MAÑANA”

Todo hace pensar que el árbol de moda es la palmera. Su tronco largo y recto, junto a sus hojas frondosas lo hacen modelar ante la ciudad. Pero parece que para algunos paisajistas es también el modelo ideal para disfrazar las torres de antenas de celulares ubicadas en zonas residenciales, colegios e incluso iglesias.

“No a la antena” es lo que aparece en un cimiento en Avenida Recoleta, esquina Avenida América, en la comuna de Huechuraba. Diez metros hacia la izquierda, se encuentra la causa.



Luego de que se instalara la empresa

Claro en Chile, una antena fue instalada en el sector, y, disfrazada de palmera “de la noche a la mañana”.
Aún con andamios, la estructura fue recubierta con un material que simulaba el tronco y en la copa, hojas completamente verdes.


Uno de los guardias del cerco donde se encuentra el aparato, luego de varias evasivas, señaló que la decoración no se debía a asuntos estéticos sino para evitar reclamos por parte de los vecinos. Aún así, los vecinos instalaron pancartas, rayaron muros y lanzaron gritos, que con el tiempo se fueron opacando para dar paso a la costumbre. Ya no había mucho que hacer. Eran ellos contra una multinacional.



"ANTENAS CELULARES PARA DIOS"


En la esquina de Avenida Sucre con Avenida Chile-España se pueden ver tres antenas, cada una con un disfraz distinto: la primera sostiene luminarias, la segunda viste de palmera y la tercera lleva una cruz en su parte superior, haciendo honor al lugar donde se encuentra instalada la Iglesia Santa Gema.


La instalación, realizada hace casi diez años, generó en su momento una fuerte molestia en los vecinos, en especial en los reunidos en la Junta de vecinos n° 8 de Ñuñoa.


Josefina Sanhueza, presidenta de la unidad, comentó que habían manifestado su parecer a concejales y diputados, recolectado firmas e incluso se habían reunido con el cura. “‘Si son cosas de la iglesia’, nos decía. Mentira, antenas eran. Finalmente no pasó nada. Anduvimos puro dando la hora, perdiendo tiempo y tonteando. El cura ni nos miraba. La iglesia no escuchaba nada, ni a los concejales”. Los reclamos volvieron a desaparecer. “Ni siquiera nos metieron el dedo en la boca. Cuando nos dimos cuenta, ya nos tenían toda la mano adentro”.


El sacerdote José Ortiz señaló que funcionarios de la empresa Entel PCS vinieron a plantearle la posibilidad de arrendar una parte del terreno para ubicar las antenas. “Nosotros nos informamos bien de lo que significaba, si hacía daño a otras personas, y, viendo que no había nada en contra, se dio el permiso porque es un servicio a la comunidad. Nosotros lo miramos bajo ese aspecto, nunca para dañar a los demás. Sí creó instancias un poco agresivas de algunas personas, pero las menos. Nosotros no estamos para hacerle mal a la comunidad, sino para hacerle bien. Nosotros, en el fondo, somos como antenas celulares para dios”, dijo el cura.

Según el sacerdote, el arriendo, que bordea los 400 mil mensuales, les “viene bien, porque tenemos que subsistir; si la gente contribuyera con todos nosotros, no tendríamos necesidades”. Además plantea “¿Qué sería si nadie se atreviera a dar permiso para que instalaran una antena?, sería nefasto. ¿Cuánta gente no se ha salvado por una llamada de celular? Insisto, nosotros estamos para beneficiar a la comunidad”.


(Por Pablo Cádiz Pozo)
(Fotos: La Protesta)

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