José Catalán, vendedor de " la buena hierba":
“AQUÍ LA GENTE VIENE A SANAR”
En un mundo donde las enfermedades abundan tanto como las causas y las curas cada vez son más costosas -cuando no inexistentes- resulta provechoso estar al tanto sobre la llamada “medicina alternativa”.
Para esto, La protesta lo invita a conocer a un entendido en el tema: el hierbatero José Catalán, quien además de contarnos sobre su actividad, cuestiona la medicina tradicional.
A quince kilómetros de San Fernando se encuentra Puente Negro, localidad donde vive José Santos Catalán. Su casa es grande, de madera, envuelta por la precordillera. De esa misma casa salió su hermano Sergio a buscar su ganado un día de 1972 y encontró a los moribundos rugbistas uruguayos que llevaban semanas perdidos, inmortalizados en la película Viven. En medio de la abundante flora, acompañada por el sonido de las piedras arrastradas desde los orígenes del río Tinguiririca y bajo un cielo color cian, se encuentra su hogar, que oficia también como “oficina” de Don José, el hierbatero.
En la cordillera, aprendió el uso de las hierbas medicinales. Ahí las comenzó a envasar y comerciar con los viajeros. Años después, con más experiencia, decidió dedicarse por completo al comercio de lo que él llama “la buena hierba”.
Han pasado más de diez años, y Tralhuén, su consulta, cada día se hace más conocida.
Su atención es simple: el enfermo lo visita para contarle su problema y el le recomienda hierbas y fórmulas. Las hierbas, en su mayoría, se preparan por infusión. La Hierba de San Juan con Hualtata cura enfermedades como depresión, hipertensión y alzheimer, además de regular el colesterol y el ritmo cardiaco. Vira-Vira con Malvavisco actúa como expectorante, depurando las vías respiratorias, curando resfriados, catarros y asma en niños y adultos. Platero con Sanguinaria purifica la sangre y el estómago, además de ser eficaz contra enfermedades a la vejiga y riñones. La hierba Cola de caballo cura úlceras, tumores e incluso el cáncer.
Las fórmulas, elaboradas por él mismo, son complementarias a las hierbas, y se toman tres veces al día, con al menos una hora de diferencia. Algunas de ellas son: la F4 que cura depresión e hipertensión, la F42 regula el sistema nervioso y potencia la concentración, la F17 evita dolores de huesos; infaltable es la F1 que regula el buen funcionamiento de todo el organismo.
Don José, reconoce ser usuario frecuente de sus tratamientos, que lo mantienen sano y lo hacen ver mucho más joven de lo que realmente es. Uno de sus más recientes descubrimientos es una fórmula para evitar y remediar la caída del cabello, que guarda con mucha cautela, y que en precio equivale a un año de consultas, es decir treinta mil pesos.
-¿Cómo aprende sobre el uso de las hierbas?
Los conocimientos los saqué primero de los viejos que vivían en la cordillera, por ejemplo don Ciriaco y doña Goya -doña Goya era hombre, pero le decían así-, quienes sabían mucho de hierbas. Y en ese tiempo la medicina que tomábamos eran hierbas. Tuve la suerte de vivir en esa cordillera que tú ves allá (la apunta con el dedo) y allí pasaba mucha gente hacia las Termas del Flaco y yo les vendía esas hierbas medicinales.
-¿De qué forma las vendía?
Siempre me preocupé de envasarlas en papel -en esos cartuchos donde se envasaba el azúcar antes- y se las vendía a la gente. Ganaba bastante dinero, era un buen negocio.
Le ponía su nombre popular, su nombre científico, para qué servía y cómo se tomaba. Después conocí a un cura que me enseñó otras cosas, a un suboficial de ejército jubilado de la enfermería que también sabía mucho, y la experiencia.
-Entonces ¿Siempre se dedicó a venta de hierbas?
No. Fui profesor y, luego de retirarme, me dediqué a la medicina alternativa. Llevo más o menos diez años a full.
-¿Y cómo le ha ido?
Ha habido cosas milagrosas. Los enfermos que han llegado y sanado lo consideran un verdadero milagro.
Desgraciadamente, a este tipo de medicina, la alternativa, que es la verdadera medicina, la de miles de años, que nació con el hombre, la gente, el enfermo, llega cuando la medicina terapeuta, em (Se detiene, buscando la palabra correcta)
-¿Tradicional?
Tradicional, no. Es que no es la tradicional. Nosotros somos los tradicionales, son ellos los allegados a la medicina. Entonces, la medicina terapeuta, cuando ya no tiene nada más que hacer con ellos, les dice “bueno, anda por si acaso”. Y felizmente, el 80% de las personas que han venido, han sanado. Gente totalmente desahuciada. Es un tema bonito, de una tremenda satisfacción, porque la gente sana. No alivia ni mejora, aquí la gente viene a sanar.
Para aliviar, para estar sujeto a la pastilla, al antibiótico, para eso tiene las farmacias. Para sanar, aquí.
(Texto y fotos: Pablo Cádiz)
“AQUÍ LA GENTE VIENE A SANAR”
En un mundo donde las enfermedades abundan tanto como las causas y las curas cada vez son más costosas -cuando no inexistentes- resulta provechoso estar al tanto sobre la llamada “medicina alternativa”.
Para esto, La protesta lo invita a conocer a un entendido en el tema: el hierbatero José Catalán, quien además de contarnos sobre su actividad, cuestiona la medicina tradicional.
A quince kilómetros de San Fernando se encuentra Puente Negro, localidad donde vive José Santos Catalán. Su casa es grande, de madera, envuelta por la precordillera. De esa misma casa salió su hermano Sergio a buscar su ganado un día de 1972 y encontró a los moribundos rugbistas uruguayos que llevaban semanas perdidos, inmortalizados en la película Viven. En medio de la abundante flora, acompañada por el sonido de las piedras arrastradas desde los orígenes del río Tinguiririca y bajo un cielo color cian, se encuentra su hogar, que oficia también como “oficina” de Don José, el hierbatero.
En la cordillera, aprendió el uso de las hierbas medicinales. Ahí las comenzó a envasar y comerciar con los viajeros. Años después, con más experiencia, decidió dedicarse por completo al comercio de lo que él llama “la buena hierba”.
Han pasado más de diez años, y Tralhuén, su consulta, cada día se hace más conocida.
Su atención es simple: el enfermo lo visita para contarle su problema y el le recomienda hierbas y fórmulas. Las hierbas, en su mayoría, se preparan por infusión. La Hierba de San Juan con Hualtata cura enfermedades como depresión, hipertensión y alzheimer, además de regular el colesterol y el ritmo cardiaco. Vira-Vira con Malvavisco actúa como expectorante, depurando las vías respiratorias, curando resfriados, catarros y asma en niños y adultos. Platero con Sanguinaria purifica la sangre y el estómago, además de ser eficaz contra enfermedades a la vejiga y riñones. La hierba Cola de caballo cura úlceras, tumores e incluso el cáncer.
Las fórmulas, elaboradas por él mismo, son complementarias a las hierbas, y se toman tres veces al día, con al menos una hora de diferencia. Algunas de ellas son: la F4 que cura depresión e hipertensión, la F42 regula el sistema nervioso y potencia la concentración, la F17 evita dolores de huesos; infaltable es la F1 que regula el buen funcionamiento de todo el organismo.
Don José, reconoce ser usuario frecuente de sus tratamientos, que lo mantienen sano y lo hacen ver mucho más joven de lo que realmente es. Uno de sus más recientes descubrimientos es una fórmula para evitar y remediar la caída del cabello, que guarda con mucha cautela, y que en precio equivale a un año de consultas, es decir treinta mil pesos.
-¿Cómo aprende sobre el uso de las hierbas?
Los conocimientos los saqué primero de los viejos que vivían en la cordillera, por ejemplo don Ciriaco y doña Goya -doña Goya era hombre, pero le decían así-, quienes sabían mucho de hierbas. Y en ese tiempo la medicina que tomábamos eran hierbas. Tuve la suerte de vivir en esa cordillera que tú ves allá (la apunta con el dedo) y allí pasaba mucha gente hacia las Termas del Flaco y yo les vendía esas hierbas medicinales.
-¿De qué forma las vendía?
Siempre me preocupé de envasarlas en papel -en esos cartuchos donde se envasaba el azúcar antes- y se las vendía a la gente. Ganaba bastante dinero, era un buen negocio.
Le ponía su nombre popular, su nombre científico, para qué servía y cómo se tomaba. Después conocí a un cura que me enseñó otras cosas, a un suboficial de ejército jubilado de la enfermería que también sabía mucho, y la experiencia.
-Entonces ¿Siempre se dedicó a venta de hierbas?
No. Fui profesor y, luego de retirarme, me dediqué a la medicina alternativa. Llevo más o menos diez años a full.
-¿Y cómo le ha ido?
Ha habido cosas milagrosas. Los enfermos que han llegado y sanado lo consideran un verdadero milagro.
Desgraciadamente, a este tipo de medicina, la alternativa, que es la verdadera medicina, la de miles de años, que nació con el hombre, la gente, el enfermo, llega cuando la medicina terapeuta, em (Se detiene, buscando la palabra correcta)
-¿Tradicional?
Tradicional, no. Es que no es la tradicional. Nosotros somos los tradicionales, son ellos los allegados a la medicina. Entonces, la medicina terapeuta, cuando ya no tiene nada más que hacer con ellos, les dice “bueno, anda por si acaso”. Y felizmente, el 80% de las personas que han venido, han sanado. Gente totalmente desahuciada. Es un tema bonito, de una tremenda satisfacción, porque la gente sana. No alivia ni mejora, aquí la gente viene a sanar.
Para aliviar, para estar sujeto a la pastilla, al antibiótico, para eso tiene las farmacias. Para sanar, aquí.
(Texto y fotos: Pablo Cádiz)
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